miércoles, octubre 18, 2006

 
Bien, para empezar digamos que a la vejez viruela. Con mis 55 tiernos añitos a cuesta, se me ocurrio que dentro de mis muy numerosas actividades marineras no habia tratado de emular a los esquimales, lo que de inmediato traté de remediar. Y me compré un kayak de travesia, con las naturales dudas de si lo iba a poder mantener en una razonable posicion vertical o sin proponermelo, iba a empezar una sucesión de "skimo rolls" que me hicieran desistir de una aficcion tan a destiempo. Pero, oh sorpresa!!! mi sentido del equilibrio sigue siendo bastante bueno, y se refuerza por un centro de gravedad llevado bastante abajo gracias a los abundantes kilos de exceso que mi cuerpo detenta a la fecha.
Es asi que, ya convencido de que la estabilidad de este artefacto no iba a ser problema, emprendi algunas correrias por el Delta del Tigre, cada vez mas lejos del puerto de salida, hasta que casi inadvertidamente llegue hasta la isla de Martin Garcia. Una vez, dos veces, tres veces, luego me aburrí de repetir el mismo camino con algunas variaciones.
Por supuesto, todas mis salidas eran en solitario. Ni Maximo, mi hijo, ni mis hijastros, Felipe o Rocío, que son menores, denotaron un destello de atraccion por subirse a un artefacto que no los deja moverse, y al que deben impulsar con la sola ayuda de sus brazos, acostumbrados como estan al remise, el auto o el colectivo, que no les demandan mucho menos, por no decir ningún, esfuerzo.
Eso en ningun momento disminuyo mi entusiasmo por emular a los "inuik" en esta parte del globo. Fue asi que hasta me inscribi en alguna regata, donde, por supuesto, terminaba hacia la cola.
Paso el tiempo, no mucho en realidad, y en Semana Santa del 2006 enfile hacia Martin Garcia una vez mas, respondiendo a una convocatoria de la comunidad kayakistica argentina que habian decidido reunirse para hacer sociales, y algunas cosas mas, ninguna de ellas pecaminosas, para mi desgracia. En esa oportunidad, un desafortunado hecho vino a llamarme la atención sobre las muchas posibilidades de terminar tragando mas agua que la conveniente a mi estado de salud, por lo que me propuse no ya emular a los "inuik" ejecutando "rolls" sin intención, sino prevenir una tumbada no deseada, y en caso de efectuarla, neutralizarla con un "skimo roll" como Dios Tata manda. Para ello me enrolé en las huestes muy aguerridas de (a) "Juancho", a decir de las chicas y no tan chicas, un "dios griego", que entre sus diversas ocupaciones laborales se entretiene en torturar a todas aquellas personas que caen en sus manos para aprender estas artes, en forma remunerada, claro. Que gracia tiene torturar si las victimas no te pagan por ello??
Las clases del curso inicial empezaron y terminaron y yo, nada. Veía como condiscipulos distinguidos y mas dotados que yo, lo hacian sin aparente esfuerzo, con el único inconveniente, en el caso de Martin Stern, uno de ellos, de que tenía que dejar de hablar al hacerlo, pero sin exagerar, por supuesto. No desesperé por supuesto, y pese a ser una de las entradas fijas mas constantes de "Juancho", segui practicando lo que para mi se presentaba ya como un reto. El único temor mio era de que "Juancho" se hiciera rico conmigo y dejara de darme clases por no necesitarlo.

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